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La Buenos Aires de los bares.

  • Foto del escritor: kingamedios
    kingamedios
  • 3 jun 2020
  • 4 Min. de lectura

Por Facundo Botiuk.

Fácilmente podría describir una imagen: el sonido del vapor de la cafetera, el clink de los

jarritos que se apoyan en platos de cerámica blanca; una tele en un canal de deportes, muteada; el

olor a fritura y a muzzarella crepitando en el horno. Una imágen que no solo parece anacrónica, sino

que parece de un mundo sin cuarentena. Acá es donde entra Bar de Viejes, que se mete en el feed

de Instagram para traer las mesas de los bares y cafés de Buenos Aires.

Bar de Viejes nace hace dos años con el objetivo de registrar y visibilizar parte del patrimonio

tangible e intangible que representan estos lugares. Éstos espacios son los bares y cafés que se

encuentran fuera del circuito notable y mainstream de la ciudad y que representan un lugar de

pertenencia para quienes los habitan y para quienes son sus vecinxs. “Tiene que ver, sobre todo, con

una comunidad de personas que está vinculada al territorio de los barrios y de los lugares más

periféricos de la ciudad”, nos cuenta la administradora de la cuenta. Cómo es una cuenta anónima no

tenemos su nombre real, pero nos vamos a dirigir a ella como “Barde”.

“El proyecto no es un proyecto nostálgico, donde está ensalzando el pasado por sobre el

presente, o donde plantea un habitar que tiene que ver con modalidades un tanto anacrónicas o que

no convocan a las nuevas generaciones” dice Barde en referencia a lo que significa el proyecto, “es

un acto de apropiación de un espacio”.




Ésta página no es una página de reseñas de lugares para comer o para tomar un café. Es

una recopilación de historias de dueños, empleados y clientes de estos bares de viejes. Scroleando

en su feed encontras historias como las de Tino, Asturiano, dueño de “La Cigüeña” desde el 69 y que

todavía se acuerda de clientes que iban hace más 40 años al bar; encontras la historia de Rei, mozo

del café “Rio” de Almagro, Catamarqueño, quien trabaja hace 28 años ahí. Parece ficticio pensar en

gente que está ligada a un lugar por tantos años. En tiempos donde adoptamos constantemente

ambientes nuevos -laborales o de ocio- Bar de Viejes representa una puja por reconocer los lugares

de pertenencia y permanencia, usando Instagram como herramienta. Referido a esto, Barde nos dice

que “es interesante hacerlo a través de Instagram que es una plataforma donde todo se consume,

donde el consumo es la manera de vincularse y estos bares son un poco las antípodas del consumo,

donde no vas a encontrar consumos de moda”.


“La cuenta tiene que ver con una visión del mundo, sobre el consumo, un visión política de

resistir a un modelo, a una forma hegemónica que predomina, no solo en argentina, sino que en gran

parte del mundo a través de la globalización, este concepto de la gran clase media global que

consume lo mismo no importa donde este” nos cuenta Barde haciendo alusión a un posteo reciente

de la página. En éste habla de que “los consumos son y serán políticos” en relación al cierre de

varios locales de Starbucks en Argentina tras los primeros dos meses de cuarentena. Habla de que

estas cadenas desplazan a lo local y no tienen idea ni noción de permanencia. “La cuenta se para

frente a esta forma de hegemonizar el mundo y plantea a la singularidad local como un espacio para

habitar, un lugar donde todavía suceden cosas, que está vivo y la única manera de que siga vivo es

que las personas lo sigan habitando”. Justamente acá vuelve a aparecer Instagram. A Bar de Viejes

lo sigue mucho público joven, mucha gente entre 25 y 40 años, edades que desentonan con las

personas que suelen habitar estos espacios. “Instagram lo que le permite al proyecto es la capacidad

de sobrevivir, de señalar a estas generaciones jóvenes que ahí hay un espacio a conquistar, un

espacio a observar, a pensar”.


Durante el último año la página vio bajar sus persianas a más de 15 bares en la ciudad. La

situación de estos lugares ya venía bastante golpeada en los últimos años y la llegada de la

cuarentena no hizo más que agudizar esta crisis.

“El proyecto durante la cuarentena tiene que ver con seguir visibilizando, desde la modalidad que puede, cuales son los espacios que están ofreciendo sus servicios para la supervivencia, porque son espacios que no pueden estar cerrados un mes”.


En el perfil de Bar de Viejes hay una historia destacada donde se van volcando todos los bares de viejes que siguen laburando durante la cuarentena, ya sea retirando platos en el lugar o pidiendo delivery.

Barde nos contaba: “hoy el principal modo de ayuda es a través del consumo, que de algún modo siempre lo fue, pero hoy es bastante importante mirar qué lugares y cosas estamos consumiendo en este momento de aislamiento”.

En relación a esto también nos contaba que, en esta modalidad cuarentena, estos lugares cobran relevancia porque “uno no se puede trasladar, uno no puede ir a buscar otro tipo de consumos y tiene que consumir lo que tiene cerca, que lo más probable es que sea un bar de viejes, entonces me parece una oportunidad interesante para pensar qué pasa con estos espacios y cómo recorremos la ciudad”.


La ciudad de Buenos Aires es una ciudad muy grande y con mucha historia. La caminamos a

diario y la observamos a través de sus vidrieras. Tal vez sea momento de detenerse en ellas y dejar

de pasar de largo. Comprender que esta idea de que “los consumos son y serán políticos” tiene que

ver con la forma en la que interpretamos a nuestra comunidad y a nuestra historia. Los barrios

porteños, que nos enorgullecen con sus empedradas y árboles altos y robustos, también están

cargados de estos bares de viejes, que no solo representan un lugar donde tomarte un café con

medialunas, sino que llevan el laburo de familias que los vieron crecer. Son parte de la identidad de

los barrios y, de alguna forma, parte de lo que somos como ciudadanxs.



 
 
 

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